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Oraciones iniciales para los Jueves:

 

El Ángel del Señor de la Pasión

 

D - El Ángel del Señor ha llevado al monte de los olivos el cáliz del fortalecimiento

T - y el Señor recibió, del Corazón del Padre, la fuerza del sacrificio para la redención.

Dios te salve, María...

 

D - El Señor dijo del alto de la Cruz: "Todo está consumado!"

T - Y, por Su muerte, nos trajo la salvación.

Dios te salve, María...

 

D - La victoria de la redención del Señor brilla sobre el tiempo y la eternidad.

T - Tu amor, Señor Jesucristo, nos abrió el cielo!

Dios te salve, María...

 

D - Acuérdate de nosotros, Señor, en Tu Reino.

T - Y no nos midas según nuestros pecados, sino según Tu misericordia.

 

Oremos.

Señor Dios, Padre Celestial, que nos diste Tu Hijo Unigénito para nos redimir por Su muerte en la Cruz, torna eficaz en todos nosotros este fruto de la redención. Manda Tus Santos Ángeles en nuestro auxilio, a fin de que, por medio de ellos, reconozcamos siempre mejor este granDioso acto de redención, sigamos siempre más conscientemente la Palabra y la voluntad de Dios y, un día, podamos agradecerte con todos los Santos Ángeles por toda eternidad. Amén.

Contemplemos los misterios de dolor

 

La oración en el huerto: La lucha interior que se ha realizado en el alma de Cristo en Su agonía en el huerto era una lucha basada en la cuestión, si Su voluntad humana que no quiso sufrir acepta la voluntad del Padre que exigió el sacrificio de la reparación. – Pidamos al Señor la gracia del “sí” de prontitud en la aceptación de Su santa voluntad en nuestras vidas. Padre nuestro…

La flagelación de Nuestro Señor: La dolorosa flagelación fue preparada espiritualmente por el “sí” de Jesús en el huerto y el amor infinito en Su Corazón que suporta todo por amor. ¡Cuántas gotas de sangre salieron de Su cuerpo en esta terrible flagelación, y que mar de dolores era necesario para expiar tantos pecados de la carne! – Perdón, Señor, perdón por cada pecado que Te ha hecho sufrir tanto por nosotros. -Oremos por la conversión de todos los que crucifican Jesús de nuevo por cada vez nuevos pecados. Padre nuestro... 

La coronación de espinas: Con inmensa humildad y caridad Jesús asumió las atrocidades de la coronación de espinas para expiar nuestro orgullo y soberbia. – Pidamos al Señor la gracia de la verdadera humildad y de la aceptación de las humillaciones en la vida. Padre nuestro... 

La vía dolorosa y la Cruz a cuestas: Jesús sufre en Su cuerpo los dolores que los hombres han causado y merecido por sus pecados. En cierto sentido, el peso de la Cruz es el peso del pecado. – Pidamos al Señor la gracia que todos sepan reconocer sus pecados, arrepentirse y empezar una vida nueva dentro de su corazón. Padre nuestro... 

La muerte de Jesús en la Cruz: Jesús asumió Su Cruz hasta las últimas consecuencias. Su muerte tiene un valor infinito. Jamás podemos agotar la profundidad, la riqueza interior y el valor infinito de Su Pasión y muerte en la Cruz. – Pidamos al Señor la gracia de contemplar muchas veces Su dolorosa Pasión y Su muerte de amor en la Cruz, sabiendo que tal contemplación es una fuente inagotable de gracias y bendiciones. Padre nuestro... 

 

(Oraciones finales: Dios te salve, Reina y Madre…)

 

Invocaciones:

Te ofrezco oh Dios mío: 

Mis pensamientos para pensar en Ti, mis obras para obrar según Tu Voluntad, mis trabajos para padecerlos por Ti y por la salvación de las almas.

Concédeme la gracia de:

Purificar la memoria, refrenar la lengua, mortificar los sentidos y dominar los sentimientos del corazón.

Haz que procure:

Obedecer a los superiores, atender a los inferiores, sacrificarme por los amigos, perdonar a los enemigos y dar a los demás el trato que yo quisiera recibir.

Concédeme Dios mío, conocer:

Cuan frágil es lo terreno, cuán grande lo celestial, cuan breve lo temporal, cuan duradero lo eterno, y cuan digno eres Tú de ser amado de todo el corazón y toda el alma.

Te lo suplico en el nombre de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

Intercesión:

Jesucristo ha dado a la Iglesia el sacramento de la reconciliación. Humildemente Lo suplicamos: Escúchanos, Señor.

Da a Tu Iglesia santos y celosos administradores del sacramento de la reconciliación, a fin de que todos los fieles tengan oportunidad suficiente para recibir este sacramento.

Ilumina nuestra mente y nuestros corazones, a fin de que reconozcamos nuestra soberbia y venzamos nuestros egoísmos por la generosidad y caridad.

Concédenos una vida interior profunda, abertura para Tu verdad y gracia, celo en la adoración y en las obras de caridad y mucha generosidad.

Muéstranos el camino de la infancia espiritual, de la obediencia amorosa y fidelidad a Tu Iglesia, y de la perseverancia en las tribulaciones de la vida.

Conforta a los enfermos y los que pasan por cruces y sufrimientos, y transforma las pruebas de la vida en victoria y gloria.

Encienda nuestros corazones con el fuego de Tu Corazón divino, y danos mucha confianza en Tu divina misericordia.

Danos la gracia de la expiación por Tus sacerdotes, sobre todo por los que están en peligro de caer, por los desviados y moribundos.

Tu preciosísima Sangre, Señor, es el precio de nuestra redención. Bendice a todos en la fuerza de Tu Cruz, Tu Sangre y Tu Amor, sobre todo a los desanimados y desesperados. Te glorificamos con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

El camino de la perfección

 

El camino de la perfección es el de la caridad. Ella consiste en el encuentro personal del yo con el Tu de Dios y del prójimo. Tal encuentro no se realiza en el amor egoísta.

El amor es tanto mayor cuanto más interior es la entrega a la persona amada.

Dios mío, yo creo en Ti, mas fortifica mi fe; espero en Ti, mas deja crecer mi esperanza; Te amo, mas afervora mi amor; me arrepiento de haber pecado, mas aumenta mi arrepentimiento.

Yo Te adoro como primer principio, Te deseo como fin último; Te alabo como bienhechor perpetuo, Te invoco como benévolo defensor.

Que Tu sabiduría me dirija, Tu justicia me contenga, Tu clemencia me consuele, Tu poder me proteja.

Dios mío, Te ofrezco mis pensamientos, para que solo piensen en Ti; mis palabras, para que solo hablen de Ti; mis acciones, para que sean de Tu agrado; mis sufrimientos, para que sean por Tu Amor.

Quiero lo que Tú quieres, porque quieres, como lo quieres, y en cuanto lo quieres.

Señor, Te lo pido: ilumina mi inteligencia, inflama mi voluntad, purifica mi corazón y santifica mi alma.

Dame llorar los pecados pasados, repeler las tentaciones futuras, corregir las más inclinaciones y practicar las virtudes de mi estado.

Tórname prudente en las decisiones, corajoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.

Haz, Señor, que yo sea atento en la oración, sobrio en los alimentos, diligente en el trabajo y firme en las resoluciones. Que yo procure pureza de corazón y modestia de las costumbres, un procedimiento ejemplar y una vida recta. Que yo me aplique siempre en vencer la naturaleza, colaborar con la gracia, guardar los mandamientos y merecer la salvación.

Que yo aprenda de Ti cómo es pequeño lo que es de la tierra, como es grande lo que es divino, breve lo que es de esta vida y duradero lo que es eterno. Dame prepararme para la muerte, temer el día del juicio, huir del infierno y alcanzar el paraíso. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

(Oraciones iniciales del Rosario: Creo…)

 

Contemplemos los misterios de dolor

 

  1. La oración en el huerto: En el huerto, Cristo ofrece Su vida al Padre por los hombres. Él es el perfecto que quiere perfección, y ayuda al hombre a llegar a la virtud. La realización del hombre ocurre por la unión perfecta con su Creador. Es eso que Jesús ha posibilitado al hombre caído por Su Pasión: el acceso al Padre. – Pidamos al Señor la gracia que todos procuren la unión con Dios por el camino de una vida perfecta que agrada a Dios. Padre nuestro…

  2. La flagelación de Nuestro Señor: Nadie consigue imaginarse plenamente la verdadera medida de los sufrimientos de Jesús en Su flagelación; es que Dios está sufriendo y no solamente una creatura. – En nuestra vida no importa la grandeza de las obras, la seriedad de mortificaciones o el prolongamiento de oraciones, sino únicamente y solamente el amor que es y queda la medida de la perfección. – Pidamos al Señor la gracia de la caridad perfecta, que siempre quiere el bien de otros y actúa por motivos sobrenaturales. Padre nuestro…

  3. La coronación de espinas: Humildad y caridad son los caminos para la santidad y perfección. ¡Qué humildad increíble manifestó Jesús, el Rey del universo, cuando fue escarnecido con la corona de espinas! El criterio de Su vida no eran los comentarios humanos, sino la santa voluntad del Padre y el amor por los hombres. – Pidamos al Señor la gracia que no deseemos más otra cosa que Dios, Su voluntad, Su Amor y Su Cruz. Padre nuestro…

  4. La vía dolorosa y la Cruz a cuestas: Pesada es la Cruz y dolorosa el vía crucis. El “sí” al sufrimiento hace de la Cruz una escalera para el cielo. Solamente los avanzados en el camino de la perfección agradecen por la capacidad de poder sufrir y entienden que el sufrimiento por amor es gracia y un don de Dios. – Pidamos al Señor la gracia de saber agradecer por la Cruz y los sufrimientos en la vida. Padre nuestro…

  5. La muerte de Jesús en la Cruz: Si queremos imitar a Cristo en la Cruz y en Su Pasión, podemos imitar Santa Crescencia que no quiso vivir en ningún momento sin pensar en Dios y que dice: “Mi vida es amar, mi amar es sufrir; porque el amor no es auténtico si no es crucificado.” En la Cruz Jesús realizó en la práctica Su palabra: No hay mayor amor que dar la vida por sus hermanos. – Pidamos al Señor la gracia de dar nuestra vida a nuestros hermanos por una vida de servicio desinteresado. Padre nuestro…

 

(Oraciones finales del Rosario: Dios Te salve, Reina y Madre…)

 

Oración por las vocaciones 

Señor, ten compasión de Tu pueblo y suscita en el seno de la Iglesia buenos ministros, profetas y evangelizadores.

Señor, Tu misterio de Amor nos ha llamado a la vida. Da a muchos jóvenes un inmenso deseo de seguirte con todas las consecuencias. Que arda en sus almas la voluntad de vivir en Tu presencia, seguir Tus proyectos que son altos y sublimes, de renunciar al yo y dejar todo como los Apóstoles, a fin de ser Tus instrumentos vivos y disponibles para todo lo que quieres, cómo, cuando y donde quieres algo de ellos.

Santifica los sacerdotes y religiosos, y dales perseverancia, fidelidad a su vocación y misión, un santo celo en Tu servicio y la gracia de ser luz del mundo y sal de la tierra por una vida ejemplar. 

 

Invocaciones:

En cuanto vivimos podemos crecer en la perfección cristiana que llega a su culmen por la caridad. A Jesús que es la caridad de Dios hecho Hombre saludamos diciendo: Te alabamos, Señor. 

  • Perdonaste la culpa del ladrón en la Cruz.

  • Curaste enfermos y despertaste muertos.

  • Nos enseñaste a perdonar a los enemigos.

  • Consolaste a tristes.

  • Saciaste a hambrientos.

  • A los abandonados manifestaste Tu Amor.

  • Llamaste a los discípulos a ser testimonios de Tu Amor.

 

Despierta, Señor, nuestros corazones, a fin de que reconozcamos lo que Tu Amor quiere efectuar. Haznos celosos en Tu servicio, responsables en los compromisos, abiertos para Tu gracia, firmes en la fe, fuertes en la esperanza y bondadosos en el trato del prójimo. Gracias, Señor, por Tu bondad infinita. Amén.

 

Intercesión:

Jesús anunció el Amor de Dios y lo ha testimoniado con Su vida. Levantado sobre la Cruz atrae a Sí todos los hombres. Pidamos con filial confianza: Encienda en nosotros el fuego de Tu Amor.

  • Da a todos los que son descontentes y que ya no quieren asumir responsabilidad para otros un corazón ardiente.

  • Da a todos los que son enemigos y que se han causado heridas profundas un corazón que perdona y que no se cierra para el prójimo.

  • Da a todos los que se sienten solos una palabra de consuelo y conforto y una mano que les ayuda.

  • Da a todos los que perdieron una persona querida por la muerte repentina fortaleza, ánimo y perseverancia.

  • Ayuda a todos los sobrecargados Tu gracia y fuerza del alto y la ayuda de Tus Santos Ángeles.

  • Haz arder los corazones de todos que confiesan su fe y la ponen en práctica, aumentando por ellos la credibilidad de Tu Iglesia.

 

En Ti, Señor, encontramos la caridad en plenitud. Te agradecemos, porque nos haces testimonios de esta Tu caridad. Penetra nuestras almas con el ardor de Tu amor. Ábrenos los ojos por las necesidades de los otros y danos la gracia de hacer todo para Tu mayor honor y gloria. Amén.

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